De una amistad muy especial.

Voy a volver a hablar de mi infancia, como lo he hecho antes en este blog, y me voy a remontar a mis seis años de edad. por ese entonces conocí a un niño, en mi primer día de escuela, su nombre era Luis Miguel Arjona, pero en los primeros días sólo lo conocí como "amigo", hasta que la maestra dijo "Luis Miguel" y ambos respondimos "PRESENTE!" al mismo tiempo, lo cual causó hilaridad a todos en el salón. Él fue mi mejor amigo en la primaria los seis años que esta duró, y después, a los 12 años de edad, que me operaron mi pie derecho por un defecto que tenía de nacimiento él iba muy seguido a mi casa para llevarme gelatinas, yoghurt y frutas. Eso lo recuerdo con mucho aprecio.

Algunas veces llegué a ir a comer a su casa, recuerdo muy bien que su mamá hacía de comer sin sal porque el papá de Luis tenía un problema de presión arterial alta, y sin azúcar porque Luis era diabético, y para no hacerlos sentir mal, me comía los guisos sin sal de su mamá, a quien yo quería casi como a mi madre. Y yo sabía que Luis debía inyectarse diario insulina para llevar una vida normal... Aunque él no era nada normal, era extraordinario.

Luis solía defenderme de todos los que llegaron a molestarme por mi problema de salud en esos seis años, y como perdí el año escolar por mi operación y porque por esas fechas empecé a sufrir ataques epilépticos, pues no seguimos juntos en la escuela, sino que me atrasé un año, él siguió su camino y yo el mío. Nuevos amigos, nuevos retos, nuevas vidas, pero siempre fuimos los mejores amigos.

Tiempo después se fue a España a estudiar y trabajar, y alguna que otra vez regresaba, y me contaba de sus amistades, alguna vez, por los años '90 vino a verme con un amigo suyo, a quien inmediatamente después de presentarlo me dijo que tenía SIDA, y curiosamente no me extrañó, ese Luis era de lo más incluyente y no tenía prejuicios, si pudo ser amigo de un niño con parálisis cerebral, tratándolo como un igual, ¿por qué no alguien con SIDA? Además ya había leído yo bastante acerca de esa condición y sabía que el VIH no se contagia con un saludo, así que lo tomé como algo muy normal, aunque era la primera persona que conocía con ese mal y sinceramente me cayó muy bien.

Luis Arjona vivió una vida muy abierta, muy liberal, muchas veces lo oi dudar de Dios, hablar de los curas bromeando y mientras vivió en España supe de sus muchas aventuras, pues a veces me hablaba por teléfono... Y bastante tiempo dejé de saber de él, hasta que un día me llegó una solicitud de amistad de él en Facebook e inmediatamente lo agregué. Me dio mucho gusto volver a tener contacto con mi amigo.

Cuando nos volvimos a comunicar supe que se había bautizado en la fe cristiana, él, que cuando éramos niños se reía de la religión ¿Cristiano? ¡Wow! Me dejó sin palabras. un hombre que conoció las vicisitudes del mundo, el bien y el mal, de esos a quienes hoy llamarían políticamente incorrecto, se había vuelto un siervo de Cristo, Un hombre de fe. Hoy, con todos los sufrimientos que vive por su diabetes, no lo he oído proferir una sola queja, y sigue enviándome mensajes vivificantes en los inbox de facebook. No los contesto mucho y a veces sólo le respondo con un gracias... y un nudo en la garganta. Eso no lo había dicho antes, pero lo digo hoy. Estoy feliz de ser tu amigo, es un honor ser tu hermano, Luis Miguel Arjona Camacho.

Termino esto... Y te diré algo, Luis. Si de alguna manera pudiera yo recompensar todo lo que me has dado, lo haría con gusto, pero no encuentro la manera. Sólo se me ocurre esta: Un "gracias" con un nudo en la garganta.



Luis Miguel Mora Ramírez

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